La dama solitaria.
En medio del altiplano granadino, lindando con Jaen, Murcia y Albacete, aparece en la llanura esta mole solitaria, que se eleva a casi 2.400 m sobre el nivel del mar. Todos los inviernos, sobre este gigante solitario por caprichos de la geología, las blancas nieves toman posesión de sus redondeadas formas, aguantándolas hasta bien entrada la primavera.
Impresionante panorámica de la Sagra desde Los Collados
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En la cara norte de esta montaña, se encuentra un amplio corredor, que se estrecha en su base, al que se el conoce comunmente como «embudo». Esta vía es la más interesante en invierno-primavera, por lo que gran cantidad de montañeros alicantinos y murcianos conquistan su cima todos los inviernos, dada su proximidad (apenas 200 km desde Alicante). Su inclinación y ambiente de alta montaña aplaca los ardores alpinísticos lo suficiente como para justificar su visita.
Como en toda gran montaña solitaria, el efecto de concentración de las lineas de flujo del viento en la cima (un ejemplo a gran escala del efecto Venturi) hace que sean habituales los vendavales soplando en la cima. Y en esa situación (como ocurre en el Moncayo o el Pico de Urbión), una humilde montaña como esta puede mostrar sus garras y hacerte pasar un mal rato, o al menos, pasar mucho frío…
Indice de Contenidos
LA SAGRA POR EL EMBUDO: LOS DATOS
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LA ASCENSIÓN A LA SAGRA POR EL EMBUDO
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Abril de 2007. Con un parte meteorológico no muy favorable, decidimos acercarnos a La Sagra para intentar conquistar su cima por la vía del embudo. Hemos reservado habitación en el bien situado Hotel Collados de la Sagra, desde donde se puede disfrutar de las vistas que veis en la foto de la derecha. El hotelito está muy bien, sencillito, limpio, la gente simpática. Es un ambiente muy familiar, donde traer a los churumbeles para que correteen por el campo y lo pasen pipa. Si consultais la página de la Asociación Ecologista de la Sagra podreis ver que actualmente, al parecer, el restaurante de «alta cocina» adosado al hotel ha resuelto el problema que tenían de vertidos sin depurar. Nosotros cenamos una noche aqui, y he de decir que fue una cena estupenda. Realmente tienen buenos cocineros. Eso si: nos sablaron 55€ por barba! Buff, q dolor… |
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El día que llegamos lo dedicamos a hacer algo de turismo por la zona. En la carretera de los collados a Huescar, podreis ver sequoyas gigantes, impresionantes por su altura. Huescar es un pueblo tranquilo, con una bonita iglesia que vale la pena visitar. Por lo demás, como veis en las fotos de aqui arriba, las vistas son siempre agradables, veas la montaña desde donde la veas.
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Comenzamos la ascensión…
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Tras el día de turismo y dormir a gusto, nos levantamos un domingo de abril encapotadísimo. No lograremos disfrutar hoy de una cumbre despejada. Aun así, hemos venido a conquistar la cima por el embudo, y a ello vamos. La temperatura no es demasiado baja, y tras acercarnos con el vehículo a una explanada, encontramos una pista agrícola en dirección al embudo por donde nos aproximamos a nuestro objetivo entre campos de cultivo. Ascendemos en dirección al embudo por enmedio de un bosque, por una pendiente muy empinada y penosa, hasta que hacemos una parada para ponernos las polainas. La nieve está papa y húmeda, por lo que no va a ser facil avanzar. Después de ganar algo de altura, empieza a hacer acto de presencia el viento. Su frio látigo comienza a azotarnos, cada vez más fuerte. Pero no hay nada mejor para quitarse el frío que ascender por un empinado corredor de nieve y piedra suelta en el que das un paso y retocedes dos. Poco a poco vamos ganando altura, y cada vez hay más nieve. Ésta empieza a tener más consistencia, facilitando la progresión. Pero el viento sigue soplando cada vez con más fuerza, y para colmo, hemos entrado en la base de la nube que cubre la cima, por lo que cada vez vemos menos… Tras otro rato ascendiendo, llegamos al cordal cimero. El viento que nos recibe cuando el lomo de la montaña deja de protegernos es brutal. De repente, empieza a oscurecerse más y más, hasta casi hacerse de noche. A duras penas vemos la huella, entre la niebla, el viento y la escasa luz. Eolo nos zarandea como a peleles, y cuesta dar un paso manteniendo el equilibrio. Pocas veces, en tantos años de montañismo, me he encontrado con una ventisca como esta. Eva está muy asustada. Es su primera vez en alta montaña, y es demasiado. Tras unos minutos intentando llegar a la cima, decido no exponerla a peligros innecesarios, que la estimo mucho, y damos la vuelta… |
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Ha sido un buen susto. Por un momento incluso yo me preocupé. Apenas nos podíamos oir gritándonos al oído. Para colmo, comenzaron a oirse truenos. Y nosotros allí expuestos, en medio de todo el marrón. Pocas veces me he dado la vuelta en la montaña, y me enorgullezco de haberlo hecho sólo cuando realmente era necesario. Y creo que de nuevo había acertado. La situación no habría traido más que complicaciones, y pocas alegrías, porque celebrar una cima con visibilidad nula, con vientos de más de 70 km/h, rayos y truenos amenizando el ambiente y un frío del cagarse, no es un grato recuerdo, que digamos. Nada, nada. Esta bonita montaña hay que disfrutarla como toca: en un frio día de invierno, con nieve dura, tiempo soleado y despejado. Vendremos en enero o febrero. Eso si, nada de cenar en el restaurante, que no está el Euribor para ir gastándose 60€ en una cena, por muy bueno que esté…
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