Pirineos
Petit Vignemale (3.032m) invernal

Petit Vignemale (3.032m) invernal

El hermano pequeño del monarca galo.

El macizo del Vignemale es uno de los paisajes más alpinos de la cordillera pirenaica. La verticalidad de su cara Norte, sólo comparable a las murallas de Gavarnié, los Marborés y la cara Norte de Monte Perdido , dejará estupefacto a cualquier montañero que ose acercársele, más aun mientras viste sus hermosas galas blancas. Una buena época para conocerlo es a principios de la primavera, cuando las temperaturas comienzan a ser más benévolas, pero conserva aun el blanco manto casi en su totalidad, y ya descargada la furia de las avalanchas, con lo que nos ahorraremos más de un disgusto.

La idea que llevábamos en esta ocasión era la de coronar el Pique Longue por su ruta normal, es decir, por el glaciar de Ossoue. Pero la meteorología volvió a jugarnosla, y aunque tuvimos que desistir de nuestra ilusión original, la lucha valió la pena, porque volvimos con un tresmil que no estaba previsto.

Petit Vignemale
Impresionante vista del macizo del Vignemale al amenecer desde el refugio de Oulettes

El Petit Vignemale, el hermano pequeño del Pique Longue, monarca del Pirineo galo, fue el trofeo que trajimos. Comparte ruta con su hermano mayor hasta la Hourquette d’Ossoue, siendo mucho más corta la ascensión hasta su estrecha y aérea cima.

Pero aunque sólo hubiésemos podido permanecer en el refugio y alrededores por causa del temporal, hubiese valido la pena. Sólo el estar allí, delante de las enormes agujas que forman su impresionante cara Norte, contemplando sus corredores y oscuras «goulottes», los séracs de sus glaciares colgantes,… el espíritu se engrandece contemplando tamaña belleza.

LOS DATOS
  • Cómo llegar : Atravesar la frontera por el puerto de Portalet es lo más rápido, aunque hay que asegurarse de que está abierto, pues suelen caer grandes avalanchas en el lado francés. En caso contrario es preferible ir por el tunel de Somport, en Canfranc. Se da una vuelta importante, pero veremos los bonitos valles pirenaicos franceses, que parecen anclados en el pasado, muy auténticos y curiosos.
  • Dificultad: F+.
  • Aproximación: Desde Pont d’Espagne, 4-5 h.
  • Tiempo de ascensión: En invierno y primavera, 4’5 horas para subir y 2’30 horas para la vuelta desde el ref. de Oulettes..
  • Refugio de Oulettes: Teléfono +33562926297; Guarda: Jean Thomas, un tio de PM.
  • Descripción de la ruta: En invierno, dirigirse al glaciar de Oulettes desde el refugio, y una vez cerca del mismo girar a la izquierda, hacia el collado de la Hourquette d’Oussoue, remontando las pendientes bajo el glaciar del Petit Vignemale. Este es el recorrido más seguro en invierno, pues evita posibles zonas de caida de avalanchas. Una vez en el collado, dirigirse paralelo a la arista del Petit directamente hasta la cima.

 

LLEGADA AL REFUGIO DE OULETES

Nada más salir de las pistas de esquí de Pont d’Espagne y empezar a caminar por el sendero que se dirige al lago del Gaube, nos encontramos de frente con un pequeño grupo de «isards», como los llaman nuestros vecinos, o sea, sarrios. Están marcados y no son tan asustadizos como los del lado español. Por eso dejan que nos acerquemos a escasos 10 metros de ellos sin problemas.

La ascensión al lago del Gaube no es excesivamente dura, pero con una mochila cargada a la espalda y sin esquíes ni raquetas, se puede hacer bastante pesada. Ya en Abril, no hace excesivo frío y la nieve empieza a humedecerse. Al estar orientado al Norte, el valle acumula cantidades ingentes de nieve durante el invierno, que al humedecerse puede ceder bajo nuestros pies, como de hecho hace, dejando al descubierto a veces agujeros tremendos sobre los que se habían creado puentes de nieve y en los que caemos sin más consecuencias que las esperadas dificultades para salir de ellos.

Llegamos al lago del Gaube tras 2 horas de caminata. Vemos algunos turistas que han subido hasta el lago a hacer algo de senderismo invernal. Todos llevan raquetas, y curiosamente casi todos llevan ropa y equipo de Decathlon. Eso de que nadie es profeta en su tierra no siempre se cumple. Lo que más nos impresiona a medida que vamos subiendo por el valle son los enormes restos de aludes que nos vamos cruzando. En algunos casos, como en el lago, son tan grandes que arrancan los arboles de cuajo, y además sobrepasan la orilla del mismo lago vertiendo la nieve sobre el, como podeis ver en las fotos.

Aunque en los carteles que había al inicio del sendero en Pont d’Espagne indicaba 2’30 h para llegar al refugio de Oulettes, no os dejeis engañar: en invierno o con nieve puede ser el doble. De hecho así fue para nosotros. Tardamos 5 h en llegar. No podíamos creer lo lejos que estaba. Y es que caminar por espesores de nieve de más de 1 m. con un mochilón de 15 kg y sin raquetas es muy muy muy cansado.

 
En el refugio coincidimos con un grupo de alpinistas de Tarbes muy majos, y uno de ellos cumplía…¡¡ 78 años!! Ya veis, 6 años menos que el Papa Juan Pablo II, y mientras uno fallecía al dia siguiente, que en paz descanse, el otro subiría al Petit Vignemale con nosotros como si nada. El guarda del refugio, Jean Thomas, hizo buenas migas con nosotros. Es un tio de puta madre, de los mejores guardas que he conocido: serio, justo, enrrollado y agradable. El secreto de su perfecto castellano es… que nació en España!! Un saludo desde aquí para el.
LA ASCENSIÓN

Los meteorólogos habían avisado de que el tiempo durante el fin de semana sería malo, pero lo que no dijeron es que sería tan malo. El día de la ascensión nos levantamos los primeros, a las 4:50 h. Todos dormían, y el guarda nos había dejado el desayuno preparado. Desayunamos rápidamente y nos preparamos. Fuera, en la oscuridad más absoluta, la ventisca sopla con una fuerza inusitada. Nuestra idea original de intentar la vía normal al Pique Longue por el glaciar de Ossoue queda descartada. Decidimos entonces intentar ascender el Petit Vignemale, una ruta bastante más corta y «sencilla», si es que subir un tresmil en estas condiciones se puede considerar «sencillo».

El viento sopla con una fuerza importante. Está nevando y se nos mete la nieve en los ojos. Aunque está absolutamente oscuro, poco a poco va clareando. El infierno negro deja paso al infierno blanco. Poco a poco nos acercamos a la mole del Vignemale, a los seracs del glaciar de Oulettes, y ante su inmensa presencia giramos para ascender hasta el collado de la Hourquette d’Ossoue. En el collado coincidimos con los alpinistas – esquiadores franceses, que nos acompañarán hasta la cima, y se sorprenden al ver lo duros que son «los valencianos», como nos llaman ellos: ni raquetas ni esquís, y somos los únicos que salieron a por una cima aquella mañana infernal, como ellos, mientras que el resto de montañeros del refugio decidieron largarse. Ole! Y allá que pisamos todos la cima, incluso «el Papa», con sus 78 años recién estrenados. Que tio!

Petit VignemalePetit Vignemale
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Petit Vignemale

Descendiendo de la Hourquette d’Ossoue bajo los seracs de los glaciares del Vignemale

Después de coronar la cima, comemos algo rápidamente y emprendemos el descenso. Aunque el viento no deja de soplar, en el cielo comienzan a aparecer algunos claros, lo que deja brillar en algunos instantes dados al sol, momentos que aprovecho para hacer algunas de las fotos que veis aquí al lado.

Y cómo no, qué mejor para un buen descenso que la técnica de «ramasse» como dicen aquí nuestros colegas franceses. Vamos, lo que nosotros llamamos comunmente «culo-esquí».

Volviendo pausadamente es momento de admirar los glaciares colgantes del Vignemale, con sus alpinos séracs tan grandes como casas unifamiliares amenazando con desprenderse y rodar valle abajo arrasándolo todo. También nos maravillamos de la estratégica colocación del refugio, testigo de cualquier pequeño acontecimiento que suceda en esta magnífica cara Norte.

Y tras el éxito llega el descanso. Pasamos una agradable tarde con Jean Thomas y los amigos franceses, comentando la ascensión, descansando nuestros maltrechos músculos, llenando nuestros hambrientos estómagos y reconfortando nuestro espíritu sin más esfuerzo que mirar por la ventana.

Y de nuevo el viaje llega a su fin. A la mañana siguiente nos levantamos, nos despedimos de nuestros nuevos amigos hasta la próxima, y comenzamos a descender hacia Pont d’Espagne. El Vignemale todavía nos acompañará varios km. más, pues hoy la visibilidad es mejor, ya que el temporal amaina. De nuevo bordeamos el lago, peleando con los restos de los enormes aludes, y poco a poco llegamos al final. No quiero acabar sin recordar los buenos consejos de Vicente, que a todo montañero haran la vida más facil: eeeeh… mejor mirais las dos últimas fotos. Está claro, no?

Petit Vignemale
Petit Vignemale
JoseMi Alpinista de corazón, quedé prendado de la montaña desde muy joven. Mi montañosa tierra Alicantina me enseñó a amar la verticalidad de sus paredes y el placer de la escalada clásica. Mi objetivo: crecer día a día como alpinista y poder compartirlo con todos vosotros.
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