Cresta de Benicadell: escaleras al cielo.
Como bien nos cuentan Rosa Mª Real y Carlos Tudela en su libro «112 propuestas de escalada en la Comunidad Valenciana«, el Benicadell es una montaña muy conocida dentro del ámbito del excursionismo pero escasamente difundida entre los escaladores. La clásica cresta Este, conocida también como la Cresta del Benicadell, es el único vínculo que ha unido esta entrañable montaña con la escalada. Además, esta actividad está considerada como la escalada más antigua de cuantas se conocen en la Comunidad Valenciana, siendo pues la cuna del alpinismo valenciano.
Vista de la afilada y orgullosa Cresta del Benicadell vista desde la Safor.
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Como contaba en el reportaje de la ascensión a esta montaña por su ruta normal, desde sus riscos se puede disfrutar de un panorama fantástico, ya que domina y separa dos amplios valles pintorescos y dos provincias con su mole afilada y orgullosa.
Cara Norte del Benicadell. Nótese lo accidentado de la cresta Este, a la izquierda de la cima.
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En internet no se encuentra demasiada información para preparar la escalada de esta cresta, y a parte de algunas fotos con las que puedes hacerte una ligera idea de cómo es y cómo acceder, sólo existe una pequeña reseña en el libro anteriormente citado, pero es muy escueta. Pero tuve la suerte de poder hablar con varias personas que sí la habían hecho o intentado, y me pudieron pasar alguna información extra.
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Itinerario de la Cresta del Benicadell (en rojo) y acceso aproximado en nuestra aventura (amarillo)
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A pesar de esa información extra, en el último momento le hicimos demasiado caso a una información no muy exacta, lo que nos llevó a decidir vivaquear a mitad de cresta, idea que nos atraía muchísimo y que adoptamos sin pensarlo dos veces. Este último informante también nos confundió un poco a la hora de acceder a la cresta: en lugar de realizar el acceso por la habitual y sencilla canal al inicio de la cresta Este, decidimos improvisar el acceso por una sección más al Oeste, para llegar antes al punto donde se suponía que había un espacio suficiente para vivaquear tres personas. Al principio parecía una sencilla pendiente que cada vez se hacía más y más pronunciada, hasta el punto de que fue preciso llegar a hacer 2 largos verticales de 30 m de IV grado de dificultad para poder ganar el cresterío, lo cual no estaba en los planes y nos retrasó bastante. Eso si, no fuimos los primeros zumbaos que se metían por allí: un friend abandonado en medio de la pared evidenciaba que otros ya habían accedido por esa pared.
Ya en la cresta, cual fue nuestra sorpresa al ver que donde habíamos salido había suficiente espacio para vivaquear medianamente cómodos. Y viendo la hora que se nos había hecho, decidimos cenar en unos riscos cercanos contemplando la puesta de sol, y pasar la noche allí mismo. La verdad es que dormir, lo que es dormir, dormimos más bien poco: entre el calor, los mosquitos, la luna llena y las fiestas y verbenas de algunos pueblos cercanos, amén de la temible escolopendra que se paseó por debajo de mi esterilla sobre medianoche poniéndome los pelos de punta, la velada se hizo pesada e interminable. Pero exceptuando la incomodidad del lugar, la verdad es que dormir al raso en semejante situación ha sido una experiencia fantástica.
Fantástico ocaso desde la cresta, con la sombra de la mole del Benicadell proyectándose sobre Beniarrés y la Vall de Planes.
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Ya al día siguiente, nos despertamos doloridos (por las piedras debajo de la esterilla) y amodorrados con el frescor de la mañana, y nos acomodamos para ver amanecer, mientras desayunamos. La bruma sobre el Mediterraneo desvela el nuevo sol, que nos saluda en este día tan especial. Por delante, muchas horas de escalada nos esperan.
Mientras el astro rey va ascendiendo, nos pertrechamos y comenzamos a trepar siguiendo la cresta, ascendente por lo general, con algunos tramos horizontales, y algunos destrepes aislados delicados de vez en cuando. Progresamos en ensamble, poniendo algún seguro intermedio en las secciones más expuestas, y montando reunión y echando algún largo en las zonas más complicadas además de expuestas. La verdad es que la escalada no supera el IV grado en ningún momento (siempre que sigamos el itinerario más facil, pues hay puntos en los que podemos complicar a voluntad o por error la dificultad), pero llevar una mochila con el voluminoso material de vivac, colocar tu mismo los seguros y la temible exposición en algunos pasos obligan a pensar muy bien en los movimientos que vamos realizando, y así, este grado que en una escalada deportiva aburre, se convierte aquí y en estas condiciones en una dificultad muy respetable.
En plena cresta, vista de una de las secciones más afiladas.
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Poco a poco, casi sin darnos cuenta, vamos ganando altura, y en el horizonte apenas vemos ya roca por encima de nuestras cabezas. El implacable sol del mediodía juliano nos irradia con violencia, haciéndonos desear cada vez con más ansia la cima. El agua se nos ha acabado, lo cual aligera el peso de nuestras mochilas, pero nos indica que debemos darnos prisa en acabar. La cordada de tres es más lenta y trabajosa en estos casos. Pero ya falta poco.
Finalmente, llegamos al paso clave: el famoso paso de la fisura diagonal. Es posible que sea el paso más dificil (sobre IV+ me pareció), honor que quizás comparta con una canal-chimenea que da acceso a la sección final de la cresta. Pero en lo que gana a todos los demás pasos es en exposición, puesto que la imposibilidad de poder proteger su parte más delicada nos exige mucha atención. Una caida aquí significa un grave problema. Sin duda debe ser horrible. Un parabolt a la derecha del inicio de este paso es un insuficiente consuelo cuando sabes que es el unico seguro tras de ti (factor 2 de caída) y te hallas a 8 o 9 m de distancia del mismo y fuera de la visión del asegurador. Un penoso clavo oxidado con anilla de alambre es lo único que encontraremos para pasar la cuerda en lo más solitario del paso. Yo ni lo pensé, y coloqué un friend en una pequeña grieta-laja un poco más arriba y a la izquierda del clavo: posiblemente la laja no aguantaría una caida fuerte, pero me daba mucha más confianza que el alambre del clavo. Un último apretón, y para arriba! Uff! Por fin tranquilo. Y pensar que he estado a punto de no traerme los pies de gato…
Apenas unas últimas trepadas nos separan de la cima, de la que ya vemos el vértice geodésico. Una vez en ella, recojemos el material, foto de rigor y corriendo para abajo: el insoportable abrazo del sol de julio nos abrasa, y hace rato que acabamos nuestras reservas de agua. Es hora de volver a casa…
LOS DATOS
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LA ESCALADA
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Bueeno,pues aqui estamos, después de ganar la cresta subiendo por una canal que se convierte en pared, en la que sudamos la gota gorda para superar, con 2 largos de 30 m que se hacían dificilillos con todo el peso que llevábamos. Ni si quiera tenemos fotos, porque no hubo mucho tiempo para el relax y nos pusimos algo tensos. Es que así de repente, en frio, meterse dos largos limpios de IV entre pecho y espalda… Lo peor es saber que por la canal original, que está al inicio de la cresta, no hace falta ni encordarse. Hay que joderse… Pero bueno, no estuvo mal la experiencia. Y encima salimos justo donde había suficiente espacio para montar un vivac. El resto ya lo veis en las fotos: a disfrutar de una frugal cena contemplando la preciosa puesta de sol, y después, aaal saco. Menuda nochecita: piedras clavándosete por todas partes, mosquitos que se te metían en la nariz, arañas patilargas que te trepaban por los brazos… y la temible escolopendra venenosa que se paseó por debajo de mi esterilla dándome un susto tremendo. |
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Y después de haber dormido unas dos horas a ratos robados a los insectos, despertamos con la nueva claridad del cielo. Desayunar aqui, en medio de la Cresta del Benicadell, contemplando el alba, no tiene precio. Es hora de ponerse las pilas y prepararse para una escalada de varias horas, no muy exigente pero si bastante mantenida. La visión del tramo inmediato a nuestro emplazamiento de vivac nos produce un nerviosismo que solo puede quitarse de una manera: escalando. |
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Vista de la cresta desde el vivac
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Y empieza el trabajo. Los primeros metros de cresta se ven delicados, y como aun estamos frios, decidimos echar un par de largos. Cuando vemos que no es tan fiero el león como aparentaba, decidimos seguir en ensamble. Vamos ganando altura, y el ambiente empieza a ser cada vez más espectacular. La cresta se va estrechando cada vez más, y subiendo y subiendo… En algunos puntos hay que realizar alguna maniobra delicada, como el destrepe del estrecho bloque que veis en la foto. Las trepadas, y también alguna destrepada, se suceden sin pausa. Los anillos de cintay empotradores que hemos traido nos hacen un buen papel para asegurar los pasos más expuestos. Al rato, comenzamos a entrar en un éxtasis escalador en el que automatizas todos los movimientos, aparcas los miedos y trepas con oficio, te comprendes con tus compañeros con unas pocas palabras clave a la hora de asegurar, dar cuerda… |
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En algunos puntos encontramos alguna instalación o seguro fijo. Lo curioso es que esto no es indicativo de la dificultad del paso que sigue (exceptuando el paso final de la grieta), y a veces encuentras una reunión o chapa sin mucho sentido, aunque se agradece.
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Estamos llegando sin saberlo a una de las secciones más bonitas y estéticas de la cresta. Tras superar un contrafuerte bastante vertical pero sin demasiadas complicaciones, llegamos a un tramo horizontal y muy estrecho. El vacío a ambos lados es considerable, pero prestando la suficiente atención, es posible superarlo sin demasiados problemas en ensamble. Disfrutar de este paseo a casi 1000 m de altitud y con ese patio a ambos lados es algo maravilloso. Las vistas sobre los dos valles que dominan la vertiente Norte y Sur son cada vez más y más amplias… |
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Después de esta sección tan estética se realiza una pequeña travesía que bordea unas rocas muy lisas y verticales, hasta alcanzar la base de un diedro-chimenea de unos 12 m, casi vertical, donde la falta de seguros fijos me hace pasar un pequeño mal trago hasta que logro meter un friend y un anillo de cinta bastante arriba ya. La dificultad de este paso debe ser también de IV grado. Tras superar este diedro-chimenea y subir a los compañeros, nos encontramos con otro bonito y afiladísimo paso horizontal, un clásico paso de caballo, llamado así porque se suele pasar a caballito este tipo de rocas no planas y tan estrechas. Nosotros lo pasamos a medias, primero a caballito la roca más estrecha y luego ya de pie, haciendo un poco de funambulistas. El vacío que se abre a ambos lados, si antes ya era impresionante, ahora es aterrador. Pero fijate que cosas mas raras que sentimos los escaladores, que cuando más patio más nos gusta… Realmente este es el paso más estrecho y afilado de toda la cresta, y es fabuloso! Tras otra trepada cortita, llegamos a la cúspide de este otro contrafuerte. como veis se suceden continuamente, alternando tramos horizontales y estrechos con trepadas de contrafuertes no demasiado verticales. |
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Cada vez hay que mirar menos hacia arriba para ver qué es lo que nos queda. Eso y la evidente altitud sobre los valles que nos rodean nos indican que el final de la cresta y la cima del Benicadell no deben estar ya muy lejos. Mientras tanto, disfrutamos de un merecido pequeño descanso contemplando una gran bandada de enormes buitres que nos sobrevuelan como queriendonos dar envidia… |
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Y llegamos al paso clave. Sólo este paso nos separa de la cima del Benicadell. En apariencia no parece demasiado dificil. Observamos bien el terreno de juego y vemos que parece que alguna vez hubo una vía directa «equipada» por este pedazo de bordillo de 6 metros de alto, bastante liso y con pequeños agujeros en los que apenas cabe el dedo meñique. Desde luego el grado de la opción directa debe ser elevado, 6c o más. Tras descartar la opción directa (no nos hemos traido la colchoneta de bulder, jojo) decidimos darle a la grieta. Y allá que voy todo chulo con mi mochilón a la espalda y sin gatos. La entrada bien, cojo la grieta y voy subiendo, y ya casi al final, cuando los apoyos de pies se vuelven muy verticales y hay riesgo de resbalar, me lo pienso mejor, y vuelvo sobre mis pasos. Esto requiere al menos de los gatos. Y de paso me dejo la mochila y que me la pasen luego. Y claro, así si. De todas formas, no iba yo muy tranquilo. Que sepais que sólo hay una chapa con parabolt al principio, y hasta que no superas la grieta y ganas la parte lateral-posterior de la roca, donde puedes apoyarte bien sobre los pies de nuevo, no debes caerte. La salida es al vacio (200 m justo debajo de nosotros en la pared Sur, ¿a que mola?) y la hostia, de factor 2 y con pendulo asegurado, debe ser bonica. Después solo queda alcanzar la cima, que está a escasos 50 m de este paso, desde el que ya se ve el vértice geodésico. Y ya está. Prueba superada!! Nos despedimos del Benicadell bajando por su ruta normal a todo trapo, buscando una fuente desesperadamente, que remedie nuestra deshidratación incipiente bajo los 40ºC del mediodía de Julio… Hasta otra, Benicadell! |
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